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La Escuela de Aikido Matancera Kaika Dojo cumple en estos días dos décadas de existencia, toda una proeza para una disciplina marcial en la que no existen competiciones ni medallas que incentiven su práctica. En estos 20 años se han convertido en referente de esta práctica en toda Canarias, gracias en gran medida a la incombustible pasión de su fundador Jorge Martín González.

Hablar del Aikido en Canarias en general y en La Matanza en particular, implica irremediablemente encontrarse con la figura de Jorge Martín González, experimentado aikidoka de sereno semblante, lenguaje pausado y afinado sentido del humor. Desde que se inició en esta elegante y armoniosa disciplina marcial japonesa allá por 1994, Martín, 4º DAN Aikikai Japón y Maestro Shidoin, ha viajado por diferentes países para conocer y formarse con algunos de los más reputados maestros japoneses y occidentales. De entre todos ellos no puede ocultar el orgullo y gratitud que siente al haber podido conocer y examinarse ante Tamura Sensei y Yamada Sensei, ambos discípulos directos del fundador del Aikido, Morihei Ueshiba, aunque la lista de sus referentes es mucho más amplia e incluye figuras de alcance mundial como Miyamoto shihan, Osawa shihan, Claude Pellerin shihan o Eduardo J. Hernández. Todo ese bagaje lo ha intentado compartir desde hace 20 años con el alumnado de Kaika Dojo, la escuela de aikido que fundó en La Matanza de Acentejo. Sin saberlo entonces, cuando arrancó su andadura con tres aprendices y sendas planchas de tatami en los espacios socioculturales matanceros, comenzaba también a escribir una página más que notable en la historia del aikido en España. Hoy confluyen en el equipo matancero 40 aikidokas de toda la isla, que cuentan con unos envidiables 180 m2 de confortable sala para desplegar su pasión.

Jorge, ¿qué aporta la práctica del aikido a corto, medio y largo plazo?

En una primera toma de contacto con el aikido el alumno encuentra un sistema marcial, una disciplina de educación corporal que le permite tomar conciencia de cómo su cuerpo se mueve de una forma un poco instintiva; en una segunda etapa el aikidoka se relaciona, a través de la técnica, con sus resistencias internas, con las que tendrá que lidiar para gestionar sus emociones; finalmente, si se han conquistado la etapas anteriores, se va produciendo un cambio interno desarrollando un sentido de respeto y protección hacía todo lo que le rodea, un sentido de unificación al que el fundador del aikido Morihei Ueshiba denominó Takemusu Aiki. El Aikido es un trabajo permanente, de ahí que se contempla como un camino de vida.

¿Cuál es en estos momentos el status del aikido a nivel local, nacional e internacional?

Como arte marcial está en crecimiento a nivel mundial debido a su carácter no competitivo, y también gracias a los propios principios que lo rigen, que resultan muy atractivos y especialmente necesarios en esta sociedad en la que vivimos. Además, convive sin conflicto con otras disciplinas marciales, sin competir con ellas, como judo, el karate o el taekwondo, cada arte en su propio espacio. Por su carácter técnico, muchos otros sistemas absorben técnicas del aikido, de ahí podemos afirmar que el aikido goza de gran vitalidad, está en constante evolución y aporta un gran y útil conocimiento al conjunto.

España en general y Canarias en particular no tienen nada que envidiar a otros países en cuanto a su nivel técnico. No en vano, algunos maestros japoneses nos legaron un linaje técnico y cultural de extraordinario valor, como pudieron ser Tamura Sensei y Yamada Sensei, alumnos directos del Morihei Ueshiba. Tuve la suerte de que ellos orientaran mi práctica del aikido, y consecuentemente la de mis alumnos, en estos últimos años.

En un mundo donde gobierna lo competitivo el Aikido debe enfrentarse a una dificultad adicional, el no tener competiciones ¿Cuál es la fórmula para que el aikidoka se mantenga y no abandone su práctica ante la aparente falta de retos?

La mayor virtud del aikido, que lo hace tan especial, es precisamente que no exista competiciones. En su lugar, las personas encuentran en el aikido un lugar donde cooperar, donde no se sienten ni ven desplazados por no alcanzar un cierto nivel. Se les respeta y práctica con ellos tal y como son, de forma plenamente inclusiva. Esa es la verdadera virtud del Aikido.

Que el alumno se mantenga en la práctica dependerá de su motivación personal y de sí encuentra en el aikido lo que necesita y andaba buscando. Evidentemente, el Aikido no tiene por qué llenar a todas las personas que se acercan a probarlo. Ahora bien, aquellos que perduran en el tiempo es porque han encontrado a través del aikido algo que nutre su interioridad. Al ser una vía de evolución técnica y humanística, para algunos se llega a convertir en un camino de vida.

En La Matanza cumplen 20 años de aikido, algo casi único en Canarias. ¿Cuáles han sido las claves? ¿Cuál es el posicionamiento y relevancia con respecto a Canarias?

Ante todo tengo que resaltar que hay muchas escuelas de Aikido en Canarias, y todas están desarrollando una gran labor. Pertenecemos al mismo gremio y todas merecen atención y máximo respeto. La nuestra, Kaika Dojo, está en un momento muy dulce y por suerte gozamos de cierto prestigio a nivel nacional e Internacional. La clave es el trabajo constante, el compromiso de todos y la ilusión y pasión de querer hacer Aikido en un lugar tan especial como La Matanza de Acentejo. Hoy somos cuarenta, de manera que algo estaremos haciendo bien, pero al comenzar éramos una escuelita de tres, con Félix, Jonay y Carmen. Después empezaron a llegar verdaderos portentos del aikido como Juan, José Antonio, Irma, Luisa, Francis, Marta, Romualdo, Juan Daniel, Jaime, Jenny, Paula, Mario, etc., aikidokas que entendían perfectamente el valor marcial del aikido en sus vidas.

Haciéndolo coincidir con su 20 aniversario Kaika Dojo organiza en el Complejo Deportivo de La Matanza un Seminario Internacional de formación y práctica para veteranos y novatos, con maestros como Manolo García, Teresa Llinás o Alfonso Gómez, entre otros